sábado, 18 de julio de 2009

Cristina y los « Destituyentes »


Que la Señora Mirta Legrand, tirano-saurio vestigio de oscuras épocas dictatoriales, declare que a ella le importa un pito lo que sucede en Honduras, no nos sorprende. Que el corifeo de zonzos que la adulan aplauda entusiasmados, tampoco nos extraña.
Pero que un Partido Político con una honrada tradición democrática condene el Golpe de Estado, pero que desapruebe la acción de la Señora Presidenta de la República, en este caso El Partido Radical, es mas difícil de entender. Quizás las razones no debamos buscarlas en la actual coyuntura política, que alimentan algunos de sus miembros “despedidos”, sino un poco más lejos, en la propia claudicación del Presidente Alfonsín frente a los Golpistas. Y un poco más cerca en la bochornosa represión del pueblo, con el saldo de decenas de victimas, en 2001, cuando el “demócrata” de la Rúa se convirtió en otro evacuado en helicóptero.
También es muy lógico que el Partido Mediático se desencadene en un torrente de injurias, mentiras y desinformación. Que se pregunten qué tiene que hacer la Señora Presidente en la OEA cuando tiene tantas cosas que resolver aquí. Estos estornudos de los Chanchos de siempre son una variante de los gruñidos del Gorila.
Pero veamos que se obtuvo. Primero un aliento importante al Pueblo Hondureño que no ceja en su lucha. Una acción mancomunada de los presidentes Latinoamericanos, en la persona de tres de ellos. Una condena histórica y sin ambigüedades en la OEA y la ONU. Las declaraciones del Presidente Obama, cuyos acentos no hubieran disgustado a Voltaire y con ello la confusión y las dudas del Departamento de Estado para tomar una posición clara en la defensa de la legalidad. Unos pocos meses atrás el reconocimiento del Gobierno de facto hubiera sido automático. Hoy tienen más problemas para reivindicar y ponerle la firma a su propia obra.
Pero lo que más nos preocupa son las críticas surgidas de las filas de aquellos que deberían haber aprobado sin ningún empacho la valiente acción de Cristina Fernández. Adjetivos de acción “improvisada” o “desprolija” surgieron de nuestras propias filas, de aquellos que compartimos la determinación de defender los procesos democráticos “cueste lo que cueste”. No “querer” comprender el mensaje que nos brinda la Presidenta raya en la tilinguería politiquera.
Sin embargo su discurso es claro, tanto en el plano internacional, como en el interno. Es la indefectible defensa de las instituciones democráticas, una advertencia sin dobleces para aquellos que imaginan, alentados por el traspié electoral, de una “transición legal” hacia la cabeza de puente ya implantada en la figura del Vice-Presidente.
Cristina les dice que no sueñen con un Golpe, que la Democracia no se negocia y que tampoco la esperanza de una Nueva República, donde la miseria y la violencia sean un mal recuerdo, no está derrotada.
A su voluntaria y corajuda iniciativa en defensa del pueblo hondureño, podemos señalar que a la violencia desenfrenada del Partido Militar (perdón, léase Mediático) se le contesta con la mano tendida al dialogo con las otras fuerzas políticas y la convocatoria a todos los actores y representantes de la Sociedad Civil, sindicatos (CGT, CTA) y las Organizaciones Sociales.
No tenemos la pretensión de defender un modelo que queda por delinear y construir, es alentar que la República y la Democracia no pueden sobrevivir en la corrupción, sin más trabajo, inclusión, salud y educación y que estos problemas sólo pueden ser solucionados con la participación orgánica del pueblo, por encima de feudos y “política criolla”.
Por eso nos permitimos preguntarle: ¿Para cuando, Señora Presidenta la consulta, por vía del plebiscito, de las posibles soluciones a estas lacras infames que padecemos todos los Argentinos?

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