martes, 30 de junio de 2009

El voto del 28 de Junio.


Dos Argentinas distintas han votado, cada una por su lado.

Una Argentina popular y pobre que tiene comportamiento racional, vota por el pan, el trabajo y la salud de su familia.
Que no sólo sabe sino que vive y se beneficia con una política de desarrollo y participación, y la vota y la apoya, la identifica... y la ama.

Otra Argentina cautiva del poder oligárquico-mediático, que quiere esto y aquello y también lo otro, y todavía más.
Que no sabe por qué consiguió lo que tiene, pero cree saberlo y piensa que es gracias a su esfuerzo, su trabajo y su merecida suerte.
Hipnotizada aborrece la inmoralidad ajena, los malos modales y los conflictos, los aborrece y más... los odia.

Una Argentina que votó su historia imperfecta y su esperanza se vio en Florencio Varela, en Tucumán o en Matanza.
La otra votó el olvido y la ilusión de ser lo que no es en Mendoza, Santa Fe, San Isidro o General Alvear.

Crearon una categoría platónica : el candidato anti-kirchnerista. Poco importa el avatar, por ese hay que votar.
Este mensaje penetró a una profundidad insospechada.
Se puede entender a mucha gente que votó a Pino, pero se colaron ahí muchos más que vieron en él otro de esos avatares.
¿Cuánto tiene de voto progre y cuánto de reacción anti-K?

El monopolio mediático “olvida”, cuando no la instrumentaliza como un bumerán, que la miseria nos está matando la niñez, la juventud y por ende el futuro, pero eso no importa, son las víctimas colaterales de una guerra psicológica, que prolonga la guerra sucia en sus fines.
Ellos la pretenden limpia, democrática, contra los excluidos, que los convierte en parias en su propia tierra, enajenada, destruida, arrasada por la soja y las mineras contaminantes.

El arma del monopolio mediático es un veneno mortal. Nos están enfermando con dosis masivas de miedo y mentiras.
Todos somos sus víctimas, por eso nos parece urgente :

¡LEY DE SERVICIOS DE COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL, YA!

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