martes, 16 de junio de 2009

La disyuntiva argentina


Por Juan Carlos Alarcón


Es sabido que, como sistema de gobierno, la democracia no es fácil porque no sólo es necesario continuar a consolidarla sino que hay que profundizarla en permanencia. Cada vez surgen nuevos paradigmas de una realidad más compleja. La sociedad evoluciona con necesidades diferentes y sus propias contradicciones.

Es cierto que la globalización ha creado formas de organizaciones sociales con nuevos actores que protagonizan los procesos de luchas sociales; pero también es cierto que la globalización también ha servido para extender las políticas neo-liberales con sus desigualdades existentes llevándolas a niveles límites en cuestión de desocupación, de deterioro de salarios, en flexibilización y precarización laboral. El neo-liberalismo aumenta los índices de pobreza y crea la exclusión social, todo en beneficio de grupos privilegiados.

Argentina se encuentra en esta disyuntiva. Dentro de algunos días habrá elecciones y los elementos que se juegan van más allá de la simple elección de representantes parlamentarios. El pueblo argentino tendrá que optar entre dos modelos políticos, dos modelos económicos y dos modelos sociales. Uno es el actual representado por el liderazgo de los Kirchner con sus aciertos y errores, y, el otro, es el del neo-liberalismo o en todo caso del liberalimo a ultranza empujado por propios peronistas como Menen y Duhalde, por radicales que estuvieron con De la Rua, por empresarios como Macri y hasta por amigos de la antigua dictadura como la Cecilia Pando simpatizante de Narváez.

En Argentina hacía muchas décadas que no se estaba tan bien como ahora. Desde el 2003 se ha bajado la desocupación, ha crecido el Producto Bruto y sin dudas se vive mejor. La crisis mundial que afecta a los países de Europa y Estados Unidos de manera alarmante como nunca se diera desde la Segunda Guerra Mundial, encuentra resistencia en Argentina donde el crecimiento económico ronda el 4%. Ya no estamos como en la época cuando los argentinos hacían colas ante las embajadas de Europa y de Estados Unidos para escapar de la situación de pobreza que castigaba al país y donde todo se veía negro. Sin embargo hay un gran descontento de la clase media fomentada por grupos como los de la Sociedad Rural. Pero sabemos que la Sociedad Rural no salió nunca a defender la democracia y el bienestar del pueblo. Ellos se limitaron a proteger sus vacas y sus cuentas bancarias. Es un reducido grupo de terratenientes y sojeros que atacan permanentemente al gobierno, sólo es cuestión de escucharlo a Alfredo De Angelis con sus discursos públicos en sus organizadas protestas.

Esa especie de “unión democrática” que formó la oposición, y que pretende un cambio de línea gubernamental, no lo hace por los errores que critica al gobierno, a ellos les molesta el modelo político, económico y social de los Kirchner y buscan reimplantar la Argentina de los años 90.

Las elecciones europeas, donde hubo un vuelco de tendencia hacia la derecha, los llenan de esperanzas para que suceda lo mismo en Argentina. Quieren volver a la libre exportación que destruyó nuestra industria nacional, que provocó la desocupación masiva de los trabajadores y la miseria en las clases populares. Estas son las alternativas en la cual el pueblo argentino deberá elegir a fin de mes, o nos adherimos al modelo económico que ya vivimos en el pasado y que son también consecuencias de la crisis mundial o buscamos profundizar una nueva Argentina con sus limitaciones y aciertos sin por ello dejar de empujar las transformaciones que necesita el país. El 28 de Junio, el ciudadano argentino cuando vote a sus representantes parlamentarios estará solo frente a su conciencia y a un interrogante de fondo ¿Cuál es el país que queremos y que pretendemos dejarles a nuestros hijos?

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