miércoles, 19 de enero de 2011

El Derecho de uno termina donde comienza el derecho de los demás

por Juan Carlos Montenegro

La Constitución Argentina, en el artículo 16, dice: “La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley…”, si bien esto debería ser conocido y aplicado por todos los habitantes del país, es algo que no sólo se omite, sino que de acuerdo a los últimos estudios de la ONU, esta cada día mas lejos de ser una realidad, como veremos:

1. El 60 % de los presos en cárceles del país, no tienen la escuela primaria terminada y solo un 7 % concluyo el secundario.

2. El 90 % de los presos, vienen de familias migrantes ( tanto de zonas rurales, como de países limítrofes ), con grupos familiares en donde prima el desempleo.

3. Argentina es el país que posee el mayor abismo en la distribución de su Producto Interno Bruto ( PBI ), en donde el 85 % de la población solo tiene acceso al 15 & del mismo.

4. El 80 % de los alumnos que ingresan a Universidades publicas, hicieron sus estudios primarios y secundarios en escuelas privadas.

5. En zonas rurales de alto consumo de mano de obra, aun se incentiva “ el trabajo familiar “, forma de evitar el pago a las mujeres y a los niños, en otras palabras trabajo esclavo e infantil.

Esta información, aunque parezca meros números, es una imagen de la deuda interna, de algo que de a poco y por primera vez se está intentando revertir a pesar de los obstáculos y comentarios de una burguesía, que ve que ciertos fondos ya no les llega, por que son distribuidos a los mas necesitados.

En estos meses los medios nos mostraron un movimiento dado en el sur del cono-urbano de la ciudad de Buenos Aires, en donde un grupo de desesperados ocupaba una zona semi abandonada, en donde debería existir un parque publico; y en donde se incentivó la lucha de pobres contra pobres, ya que se creó toda una mentalidad xenófoba en los vecinos ( de las barriadas mas pobres de Buenos Aires ) de que debían expulsar a aquellos que llegaban por un pedazo de tierra, igual que habían hecho ellos en los lugares que ocupan en los comienzos de los años 80, siguiendo la misma ruta migratoria que estos nuevos vecinos, que fueron masacrados por integrantes de las barras bravas de Boca y de Huracán, traídas como grupos de choque, por los sicarios que crearon la escena para avivar la lucha de clases y de esta manera comenzar supinamente a tratar de recuperar los espacios perdidos.

Todos hablamos de inseguridad, pero nadie se fija o apunta a los personeros que la crean y que no son otros que los malos empresarios que evaden impuestos, que contratan mano de obra en negro o hacen trabajar por el salario del “pater familiae” al grupo entero.

Nadie habla de la falta de becas universitarias sociales o de volver a la universidad publica con horarios accesibles a los jóvenes trabajadores, ya que otra manera de sacarlos del medio, es poner los horarios de clase en las mañanas sin posibilidades de tener las materias en horarios de tarde….., sutil pero efectivo modo de sacar a los trabajadores de la posibilidad de una formación superior.

La segregación se termina ofreciendo oportunidades reales iguales para todos, algo que si bien es responsabilidad del Estado, es extensible a toda la sociedad, sin extremismos como los nombrados y tampoco sin creación del clientelismo político, social o cultura y así comenzaremos a escuchar menos eso de que los bolivianos, chilenos y paraguayos nos invaden, los coreanos no pagan impuestos y comen perros, los peruanos son delincuentes, los punkies son peligrosos, los más jóvenes son todos drogadictos y violentos, los que viven en las villas son ladrones, los gordos son sucios, los ciegos son taimados, los homosexuales son pervertidos y los judíos son amarretes.

De nosotros también depende comenzar el cambio, exigiendo al Estado y realizando la mea culpa que nos corresponde.

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