martes, 6 de julio de 2010

Asimetrías

Por Juan Carlos Montenegro


Una de las discusiones más sustanciosa en la que uno a asistido en los ámbitos de trabajo y académicos, es cual es el sentido de “proteger un recurso” y especialmente para quien protegerlo.

Generalmente en el área de las reservas naturales protegidas, se restringe los usos de los elementos naturales y del ambiente y a los primeros que se “expulsa” de las zonas son a los habitantes de estas regiones, no importando que los mismos hubieran vivido allí por innumerables generaciones, siendo los responsables de la sustentabilidad de la zona, hasta el dictado de la norma de restricción.

Con ello, no sólo se realiza el desarraigo físico de grupos humanos, sino que se inicia un proceso de destrucción socio – cultural que ha acabado en nuestro país con comunidades enteras, ya que la “ prohibición de cazar “, para la defensa de determinadas comunidades de la fauna autóctona, los abarcas y con ella, se limita el encuentro de vecinos, se termina con ceremonias de consolidación social que generalmente obliga a los jóvenes a abandonar sus comunidades, a ser parias sociales sin identidad. En otras palabras, la protección fue un factor de destrucción local, para el disfrute de grupos sociales exógenos, para su deleite, su ocio en detrimento de la destrucción de comunidades primigenias.

De la misma manera, la legislación no contempla los daños socio – culturales que la explotación intensiva causa en comunidades aisladas. Toda nuestra legislación liberal esta dirigida a la protección de los bienes, de los daños causados por este tipo de explotación a los “dueños de la tierra”, que tambien en nuestros casos, no son los mismos que habitan las zonas en donde estas se desarrollan y que por ser alejadas y naturales, a estos lugartenientes le rinden pingues ganancias, por lo que les importa poco o nada, los daños a las economías de subsistencias y a sus sistemas, que estos emprendimientos causen.

Así, las locaciones petroleras en donde se construyen los pozos de extracción del crudo, la construcción de caminos, de instalaciones auxiliares, como del transito de vehículos, hacen que se reduzcan drásticamente los campos de pastoreo, con disminución del ganado y la expulsión de numerosa fauna.

En poco tiempo, los grupos familiares que vivían de esta economía de pequeña escala se ve en la obligación de reducir los miembros de las familias de que la misma subsiste y en pocos años los campos se despueblan, aumentando las villas inestables, los desempleados y el clientelismo político en las urbes.

Ningún proyecto legal, de explotación o de regalías contempla las situaciones aquí presentadas. Tanto la Nación, como las provincias y los municipios, captan los dineros generados por estos tributos para el pago de sueldos y gastos corrientes y ni un mísero centavo vuelve a las zonas en donde los mismos se generaron.

Aun nos manejamos con el viejo sistema económico de las cuentas nacionales con la división económica primaria ( pesca, ganadería y selvicultura ), secundaria ( de industria ) y terciaria ( de comercio y servicio ) son otras palabras, continuamos moviéndonos como en el Siglo XIX, sin haber puesto en valor nunca las cuentas patrimoniales. Es decir, aquellas que corresponden al valor de los bienes naturales y de las sociedades con sus diversidades y calidad de vida.

Es tiempo, en que como sociedad nos comencemos a plantear que los bienes naturales tienen un valor tangible cada vez más evidente y que los mismos no corresponden a los intereses difusos, nacidos por la simple posesión de un titulo de dominio, a veces de personas o sociedades que ignoraron esos lugares y sus habitantes hasta que estos tomaron su valor, por la explotación, que generalmente es destructivo, ya que extraen sin planificación y sin una política sustentable.

Es hasta una tomada de pelo las falsas políticas ambientales enarboladas por amplios sectores agrarios, que dicen “no a la minería a cielo abierto por contaminante”, cuando ellos para sus practicas de mono cultivos utilizan venenos que contaminan los recursos hídricos, con plantas transgénicas que causan enfermedades y sin realizar rotación de suelos que terminan con la erosión y el agotamiento de los mismos en pocos años, sin olvidar que estos verdaderos desiertos verdes de plantas transgénicas producen la expulsión de numerosas familias, que terminan sumándose a los ejércitos ya existentes de familias que sobreviven en corrales electorales, asociados a los planes sociales.

Estamos en un momento entonces que nos debemos preguntar nuevamente: ¿ Qué son las reservas y para quiénes sirven ?.

Debemos comenzar a pensar que las mismas son sociales, de todos y cuando decimos de todos, nos referimos especialmente en que los recursos naturales son en primer lugar de aquellos hermanos que viven y trabajan en donde los mismos se generan, de esta forma comenzaríamos a realizar el principio básico de la justicia social y en poco tiempo esos lugares que hoy son yermos, en poco tiempo se convertirían en polos de desarrollos, que seguramente desarmarían los corrales electorales que nutren tantas listas sabanas.

Hoy los formadores de opinión dicen que el mayor problema no es el desempleo ( que lamentablemente se encuentra maquillado por planes sociales ) sino la violencia.

El problema que lo que llaman violencia estos pseudo comunicadores, no son otra cosa que la que se ejerce en su acumulación de bienes y no en esta de la que hablamos aquí y la cual ejercemos al realizar nuestro consumo diariamente; de alguna manera nos han convertido en cómplices. Nos han acostumbrado también a ver como soluciones a cualquier receta que viene de afuera, haciendo que nos olvidemos que aquí, en esto llamado Argentina tenemos pensadores que debemos conocer y otros que antes de masturbarnos intelectualmente, debemos releer.

Entonces y solo entonces por lo menos, comenzaremos a ser sinceros con nosotros mismos y comenzaremos con la revolución nacional y popular que comenzaron a soñar Moreno, Castelli. Quiroga, Rosas. Evita y Peron.

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