martes, 16 de marzo de 2010

ARGENTINA, país excepcional

por Atilio Guido Galdiolo*



La comunidad internacional ha desarrollado durante los últimos sesenta años, a partir de la constitución de la ONU un número considerable de eufemismos, algunos necesarios para simplificar conceptos y otros utilizados para no herir susceptibilidades.

En algunas ocasiones se trató de englobar sectores geográficos o bloques de países que mostraban posturas posiciones políticas especiales o diferentes, como “los del Tercer Mundo”.

En otros casos se habló de los “No Alineados”, respecto a situaciones políticas previas al derrumbe del Muro de Berlín.

Para las instituciones mundiales de crédito fue mejor denominar “emergentes” a algunos Estados cuyas economías, consideradas importantes como clientes para las más desarrolladas, no alcanzaban la envergadura suficiente para sentarlas a la mesa en igualdad de condiciones.

Particularmente la Argentina, por varias razones, ha pertenecido en distintos momentos a cada una de esas calificaciones, empezando en el año 1950 cuando el entonces Presidente, Gral. Juan Perón, definió su postura como “la Tercera Posición” dirigida a diferenciar el país como no perteneciente a la economía liberal ni a la socialista.

Después, bajo el gobierno del Pte. Arturo Illia (último ejemplo de probidad), fuimos “No Alineados” y para el FMI desde alrededor de 1976, miembros del “Tercer Mundo” o país “emergente”, cuando regular y obedientemente, respondíamos a todas las consignas neo liberales con tal de obtener créditos.

Bajo todas estas definiciones se desarrolla, en lo interno, un país que a partir de la celebración de su Centenario, en 1.910, no ha sabido darse un norte, y que consecuentemente, padece y soporta una estructura inviable, como que cada 7 a 10 años cae en crisis profundas, algunas productivas y, en otras oportunidades, fiscales.

Claro ejemplo de ello lo dan el delirante crecimiento de su deuda externa, que tuvo como trágicos episodios la “hiper-inflación” entre 1989 y 1991 y el “default” de 2001, encaminándose en estos días a otro momento eclosivo por causa del malgasto de fondos públicos y creciente rebrote inflacionario.

¿Qué puede definir en términos razonables este permanente pendular entre ser el “granero del mundo” y el peor deudor internacional? ¿Cuáles son las causas de nuestra incapacidad para ocupar “un lugar en el mundo”?

Intentaremos ordenar algunas, ya que todas serían motivo de un texto extenso.

Política internacional: Al contrario del Brasil, cuya Cancillería penetra desde la época del Imperio las estructuras gubernamentales imponiendo una concepción estratégica global, padecemos no haber desarrollado postura geopolítica alguna.

Como muestra de ello, utilizando el remanido simplismo de ser “un crisol de razas” nunca hemos sostenido alianzas férreas, ni asumido posición territorial, cuyo resultado ha sido la permanente perdida de porciones de territorio en todas las disputas internacionales, tanto políticas como por límites. Así, durante la organización nacional se separaron Uruguay, el Alto Perú (hoy Bolivia), después el Chaco Boreal y para terminar las islas y trazas por el conflicto del Beagle. Ni que hablar de los derechos sobre las Islas Malvinas, objeto de una demencial ocupación militar, situando a David desnudo frente a Goliat atómico.

Estructura financiera: La naturaleza “latina” de la mayor parte de la población ha sido utilizada para justificar nuestra pobre adhesión al concepto del ahorro y diferenciarnos de los ejemplos más costosos venido de los pueblos que, antes de “comerse la torta de bodas” aseguran su continuidad económica generando saludables instituciones financieras (bolsas, bancos nacionales, red de seguros).

Propiedad de la tierra: Argentina creció económicamente desde su colonización hasta circa 1850 gracias a la expoliación de sus recursos naturales en base casi exclusivamente a la exportación de productos pecuarios (cueros, grasa, luego carne vacuna) cuyas inmensas praderas reponían en forma natural.
Esa economía necesitó, al crecer la población y el comercio, definir la propiedad de la tierra, lo que se hizo en base a negociados, como los del Pte. Bernardino González Rivadavia, y siguió igual hasta la Conquista del Desierto (léase la eliminación del indio) realizada por el Gral. Roca en la década de 1870.
Tanta tierra acumularon en “propiedad” los ganaderos que, cuando alambraron y redujeron el espacio necesario para el ganado, comenzaron a vender o alquilar las excedentes, generando la ocupación agrícola que nos llevó a ser granero del mundo durante la Primera Guerra Mundial.
Pero las utilidades acumuladas, en vez de dirigirse a la industrialización, se gastaron en Paris, Roma, Venecia, Londres y Madrid, comprando mansiones, mujeres y licores, ejemplo de lo cual es la vida de otro Pte. Marcelo de Alvear.

La mecánica fiscal: Argentina expone hoy un “escudo fiscal” que ronda la apropiación por parte del Estado del 42% de la renta. Mantiene impuestos al consumo del 25%, injustamente pagados por todos los habitantes en forma igualitaria. Sostiene un impuesto “al cheque” que grava el movimiento bancario; pero, increíblemente, no grava la renta financiera, pero pretende “bancarizar” la renta privada.
Cualquier capital ocioso del mundo obtiene gracias a las altas tasas bancarias pagadas por depósitos (8 a 9% anual en U$S), ganancias únicas en el mundo, por lo demás, improductivas para el país.

La renta del trabajo: Sometida a la presión fiscal que usa los fondos jubilatorios para pagar gastos corrientes no asegura montos de retiro suficientes, ni puede brindar asistencia médica de calidad a los 5 millones de jubilados existentes.

La relación entre el trabajo “registrado” (7,2 millones) y el trabajo que no aporta “en negro” (4,5 millones), va en desmedro del esfuerzo que deben hacer los trabajadores registrados para sostener el sistema de seguridad social, donde cada 1,4 empleado “en blanco” soporta a 1 jubilado, con tendencia a empeorar la relación.

Pero además, la necesidad de tener un saldo favorable en la Balanza Comercial (exportaciones menos importaciones), obliga a mantener ficticiamente bajos los salarios, lo que lleva a establecer una multitud de medidas de subsidio; a los combustibles, a los puertos, a las rutas, con varios etc. más, que distorsionan aún más las relaciones económicas entre los factores productivos.

Como resultado, un conductor de ómnibus gana el doble que un maestro. Un empleado público nacional no especializado más del doble que uno provincial. La necesidad del mercado interno impone que el obrero rural perciba por el trabajo diario 7,5 veces menos que uno minero o petrolero. El 20% más rico de la población gana hasta 70 veces más que el 20% más pobre.

La consecuencia al día de hoy de la imposibilidad material de esta sistema, por lo demás fuertemente traspasado por la corrupción a todo nivel, es que roza la ingobernabilidad.

Las instituciones republicanas no tienen la fuerza requerida no ya para mantener un remedo de credibilidad, sino que no alcanzan siquiera a reunirse para simular que funcionan (crisis del Banco Central, Senado sin quórum, “invención” de índices econométricos, etc).

Conclusión: La debilidad instrumental del Estado hace a la República Argentina escenario propicio para que los especuladores del mundo, entre ellos europeos y estadounidenses, hagan negocios que en sus naciones los llevarían a la carcel (Telefónica de España, Banco Santander, Telecom. de Italia, Telmex, Saur, Citibank, sólo por nombrar algunas empresas emblemáticas).

Esta situación, y mucho menos el pensamiento de quien escribe, no sostienen la inviabilidad de Argentina, pero si advierten que, al menos que ocurran cambios profundos, se está generando una fuerte posibilidad de establecer la condición de “lucha de clases”, cuya evolución puede resultar perjudicial no sólo a los propios intereses del país, sino a los capitales involucrados.

Me permito recordar que un premio Nobel de Economía dijo que existen tres grupos de países: Los industrializados, los pobres y aparte de ellos Japón y Argentina. Ha llegado la hora de enfrentar esta realidad.

Japón tiene capacidades para establecer en su cultura una salida a largo plazo. ¿Será capaz Argentina de encontrar su rumbo?


* Licenciado en administración de empresas, asesor de la Comisión de Economía del Senado y profesor en la Universidad del Aconcagua



4 comentarios:

Néstor Dulce dijo...

Compañeros:
Lo invito a conocer el primer y único blog de humor oficialista.
UN adelanto:
A Cristina le dicen "cortina para baño rota" porque en vano los contras la quisieron colgar de la argoya.
¡Un abrazo peronista!

E.P. dijo...

De donde salió este texto? la verdad que me parece cualquiera.
qué tiene que ver la secesión de Uruguay en el siglo XIX con la política exterior argentina?
La naturaleza latina de la población?
Vamos a un desastre "inminente" por exceso en el gasto?
es todo ---muy--- discutible.

eapc dijo...

E.P.
Estoy de acuerdo con tu apreciación del texto.

¿De donde salió?
Bueno, se trata de un asesor del bloque de senadores peronistas en Mendoza (y Nación) y como fue solicitado para colaborar, se le publica el texto.
Ahora bien, todos los textos son de responsabilidad del que lo firma.
Solos los textos sin firma, o firmados "Cara o Cruz" son propios del grupo que anima el blog.

Respecto del texto : no pienso que la Aargentina no halla sabido darse un norte ya que lo hizo claramente en 1945 que marcó al país por décadas.
Incluso bajo gobiernos Radicales o Militares (hasta 1976) el país estaba estructuralmente marcado por el peronismo.
Las crisis cíclicas son las crisis provocadas por la falta de impulso coherente y luego debido al inicio de la etapa neo liberal. O sea que es consecuencia del conflicto político histórico.

Creo que desde 2003 no falta orientación, lo que falta es construcción política que vaya mas allá del tacticismo.

Un saludo,
Eduardo.

E.P. dijo...

Totalmente de acuerdo.
Creo que deberías aclarar que el sitio no comparte necesriamente lo que dice el artículo.

saludos
Esteban