sábado, 30 de enero de 2010

DNU : instrumento táctico dentro de una estrategia coyuntural de gobierno

por Eduardo Paveto

Luego de las elecciones de1 28 de julio último, todavía bajo la influencia de la derrota relativa del Kirchnerismo (sobre todo en Pcia. De Bs. As., de fuerte simbolismo) se pensaba que las cosas se pondrían difíciles para el gobierno.

Muchos se acuerdan en decir ahora que entre Julio y Noviembre de 2009, se vio uno de los períodos más ricos en iniciativas del gobierno con su corolario de transformaciones.
Desde la jura de los nuevos legisladores el 10 de Diciembre el cambio de las relaciones de fuerza en el parlamento se hizo efectivo. Sólo teóricamente en el plano técnico hasta que las sesiones del Congreso no comiencen, pero ya se hacen sentir en el plano político, el episodio de la constitución de las diversas comisiones parlamentarias están ahí como testimonio.

Bien, el escenario está instalado, veamos ahora las alternativas que se presentan al P.E. para seguir gobernando, porque de eso se trata : gobernar y no sólo permanecer.
Para esto me basaré en la opinión, en oportunidad por el caso Redrado, del estimable compañero Mario Wainfeld : “Lo acontecido en estos días es una maqueta de lo que puede ser el año que comienza: la oposición cerrando filas ante las iniciativas de la Casa Rosada, debates centrados en lo institucional, dificultades para la acción de gobierno si no se revisan métodos desde ambas orillas.” (Página 12, 28/01/2010)

Imaginemos antes que nada cual es el grado de factibilidad para que la oposición (o la gran mayoría de esta) cambie de método. Seguro pensarán en un número redondo como cero.
Esto se entiende así si uno cree que la oposición está completamente comprometida en “La estrategia del caos
Yo pienso que esta estrategia política está bastante comprobada : deslegitimar, impedir, aislar, aniquilar (políticamente, por hoy).

O sea que si uno cree que gobernar es esencialmente acción, producir hechos transformadores, lo principal es entonces mantener su libertad de acción.
Y este gobierno hace de su acción su principal eje de comunicación para la segunda tarea política que es convencer. Se esté o no de acuerdo con esta estrategia es así como lo entiende el Kirchnerismo.
Entonces tenemos dos niveles de realidad política de la coyuntura: uno táctico que corresponde a la constitución del Fondo del Bicentenario (FdB) buscando provocar confianza con la consecuencia de una baja en las tasas de crédito que se pueda tomar y un tonus a los bonos para mejorar la posición ante la reapertura del cambio con quite de títulos de deuda defaulteados. El segundo nivel es más estratégico y consiste en la pulseada por la libertad de acción gubernamental.
Y es a este segundo nivel que hay que leer las decisiones tomadas por CFK.

La decisión que se quiso tomar respecto al FdB tenía que tener aplicación inmediata para que sea efecaz, en principio para principios de Febrero, fecha en la que se estimaba obtener la aprobación de la SEC (Securities and Exchange Commission) para la operación de cambio con los fondos buitres y otros a realizarse en EE. UU.
Imaginar que esto podía plantearse vía el congreso es no tener en cuenta la agenda saturada que éste tenía en principios de Diciembre y considerar que la oposición le daría tratamiento rápido, tal como la medida lo imponía.

No es que esto “tenía que hacerse sí o sí”, ya que justamente se trata de una inspirada iniciativa económica que hace a la efectividad y creatividad del gobierno de Cristina. Estamos hablando de Arte Política y por ende de libertad de acción del gobierno nacional.

El eje principal de todo el período que va de hoy hasta la elección presidencial de 2011 consiste en esto. O sea en el uso eventual y según los casos de decretos comunes, de DNU, de vetos y sobre todo (cuando se trate de decisiones fundacionales como la ley de finanzas, de rotación del cultivo en los campos, etc.) de construir mayoría parlamentaria puntual.
Todo depende de las circunstancias y del tipo de decisiones a tomar.

En fin de cuenta, no se puede esperar que el gobierno tenga una práctica “monótona” del poder sobre base de un excesivamente teórico consenso parlamentario.
La actualidad política que nos espera va a ser todo, salvo monótona.

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