domingo, 31 de octubre de 2010

El subsuelo transversal y mañana Lunes

por Eduardo Paveto



La muerte de Néstor Kirchner provocó uno de esos momentos en que la realidad se impone y despeja la espesa cortina de humo que la opinión dominante trata de substituir con su propia e interesada “realidad”.

Es más bien la presencia masiva y múltiple en edades, sectores sociales e identidades ideológicas y culturales rindiendo homenaje al ex-presidente que rompen la carcasa de la mentira mediática.
Como el 17 de octubre de 1945, cuando se hizo visible el subsuelo de la patria. Como el 26 de febrero de 1946, cuando se desmintió con el voto por Perón aquello que los medios unánimes y la opinión de “la gente que cuenta” había decretado como “única realidad admisible”.

Ya lo vimos con motivo de los festejos del Bicentenario, cuando la gente mostró que se sentía feliz con su vida de argentino, a contra corriente de todo lo que el Partido de los Medios quiere imponer como sensación de inseguridad y corrupción generalizada. El homenaje de la gente real, esa que no es ”la gente”, esa gente que es peronista, o no, que tiene cultura nacional o influenciada por la cultura liberal, que es una parte de nuestra cultura nacional nos pese a más de uno, todos ellos surgieron como un subsuelo transversal que se transformará en otro 26 de febrero.

La crisis de 2001-2002 golpeó mucho mas allá de los sectores populares, englobando a la casi totalidad de la clase media y más allá. Son todos ellos quienes fueron sacados del infierno por Néstor Kirchner. Son todos ellos que tenemos que encolumnar en el proyecto nacional del siglo 21.

La primera tarea es responder a los sectores populares, los que son desde siempre actores del proyecto nacional y popular. Pero hoy, como otras veces, son los otros sectores sociales aquellos que son disputados por las élites privilegiadas y dependientes. Esos sectores con cierta cultura liberal, aún de izquierda, que son separados del resto del pueblo con falsos mensajes de “seriedad”, “libertad” o “racionalidad”.

No se es libre en la miseria, no se es serio en la renuncia, no se es racional en la utopía.

El peronismo, en el buen sentido de la palabra..., es esa radicalidad realista y transformadora, pero que no llega a incorporar definitivamente al bloque de clases nacional tal como se presenta hoy.


El peronismo, entendido como estructura política operacional, representó al subsuelo de la patria incorporando las banderas de Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política. Hoy sigue representándolo imperfectamente y no unicamente.

Imperfectamente, porque por allí pasó el menemismo que lo afectó por el interior y el exterior del movimiento. Interiormente porque rompió en cierta manera su legitimidad histórica, exteriormente porque feudalizando el país con la reforma constitucional del '94, feudalizó al Partido Justicialista.

No unicamente, porque por un lado existe una diaspora peronista que nunca abandonó las 3 banderas fundacionales y porque el peronismo penetró ideologicamente casi todos los sectores socio-culturales en Argentina, incluso aquellos que menciono como con influencia liberal.

Cualquier “doctrinario” peronista deberá reconocer que en sus antecedentes históricos el Justicialismo reconoce a la Revolución Francesa y la Revolución Bolchevique, concibiéndose como evolución superadora (síntesis no es lenguaje propiamente peronista).

Bueno, es hora que asumamos que esos antecedentes son liberales, y que responden a exigencias fuertes de la hora como la libertad de la identidad sexual, identidad étnica, derecho a disponer de su cuerpo, libertad de asociarse, etc.

Todas estas exigencias no se reniegan con el legado peronista, se incorporan a él y eso es lo que la transversalidad debería representar.

La transversalidad es un proyecto difícil porque implica ir mas allá de algo que es todavía funcional, aunque imperfectamente e incluso representando una hipoteca sobre ese futuro a construir, como es el peronismo hoy.

Tenemos 5 años delante nuestro para resolver este problema antes que termine el próximo mandato presidencial de Cristina. Allí tendremos que encontrar alguien que, ante la imposibilidad de la reelección, represente esa nueva estructura política que se instalará en la Argentina del siglo 21 como el peronismo lo fue en la segunda parte del siglo 20.

Es una tarea muy difícil porque cuestiona incluso intereses políticos legítimos. Tendremos que resolver esta difícil “adecuación”. No se puede descartar la improbable evolución explícita del peronismo, ni darle a lo nuevo otro nombre diferente al de “transversal” que Néstor Kirchner expresó como idea certera pero no logró concretar en vida..., no lo sé.

Sin omitir la lucha central que nos unifica, esas son las verdaderas “tensiones” de la sociedad argentina.

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